Anteriormente hemos hablado de cómo tener móviles y routers configurados adecuadamente, y ahora le toca el turno a uno de los grandes olvidados el navegador. ¿Cómo configurar el navegador de forma segura? Y sobre todo: ¿por qué debemos hacerlo?
El motivo es sencillo y evidente: es la herramienta con la que nos conectamos a internet y, por tanto, de él depende en gran medida nuestra privacidad y seguridad mientras estamos en la red.
Nos enfrentamos, además, a la ya comentada en otras ocasiones dicotomía entre comodidad y seguridad/privacidad: cuanto más sencilla y cómoda sea nuestra navegación, más insegura será y más estaremos exponiendo nuestros datos personales y al contrario.
Porque los navegadores tienen la particularidad de venir configurados de serie, en la inmensa mayoría de los casos, para capturar cuantos más datos mejor. Es, por tanto, nuestra responsabilidad llevar a cabo los ajustes necesarios para que solamente se queden con lo que nosotros queramos.
¿Qué datos sobre ti está almacenando?
Lo primero que deberíamos hacer es evitar que el navegador almacene cualquiera de los datos que introduzcamos: es decir, que nunca almacene contraseñas, medios de pago, tarjetas…
Sí, es mucho más cómodo que recuerde nuestras credenciales del correo electrónico o la tarjeta con la que siempre hago mis compras online, pero que estén almacenadas supone que se encuentren al alcance de cualquiera que pueda tener acceso a nuestro equipo o móvil (bien sea acceso físico o remoto) con las consecuencias que todos podemos imaginar.
Por la misma razón, aunque esto no es configurable, deberíamos cerrar sesión en todas las webs en las que nos hayamos logueado antes de apagar el ordenador o cerrar la sesión.
Los permisos deberían ser lo más restrictivos posibles: que no tenga acceso a la geolocalización impedirá que rastreen nuestra posición las distintas páginas por las que navegamos.
Por descontado, el acceso a la cámara y al micrófono deberá estar deshabilitado o, al menos, con la opción de que nos pregunte antes de activarlos.
A cuestas con las cookies
La configuración de las cookies es otra de las opciones de todos los navegadores. De hecho, aunque ninguna web debería instalar ninguna cookie a menos que lo aceptemos en su aviso en primera capa, lo cierto es que la gran mayoría de webs no cumple esa premisa e instalan en el mismo momento de hacer la petición HTTP, independientemente de que aceptemos o no su uso e instalación.
Es por ello que nuestra recomendación es, una vez mas, ser lo más restrictivos posible: no aceptar cookies de terceros y, desde luego, no aquellas que supongan trackeo, seguimiento o perfilado en base a nuestra navegación (como las que se suelen instalar en la gran mayoría de medios de comunicación tradicionales, por ejemplo).
Además, deberíamos configurarlas de manera que se borren siempre al cerrar el navegador, para limitar en lo posible ese seguimiento y perfilado (o, al menos, limitarlo por días).
Con el historial de navegación sucede algo similar. Puede resultar cómodo que el navegador recuerde qué páginas hemos visitado y las cargue más rápido, pero esa información también llega a prácticamente cualquier dominio que visitemos e instale cookies de seguimiento, con lo que estaremos diciéndole a todo el mundo qué paginas exactamente visitamos cada día y eso… bueno, eso puede ser complicado. Es, por tanto, una información que debería ser privada.
Entonces, la opción de que el navegador recuerde el historial, desmarcada. Y, además y por si acaso, que se borre cada vez que se cierre. De ese modo disminuimos las posibilidades de que alguien se pueda hacer con esa información.
Finalmente hay que comentar que todos los navegadores tienen una opción de navegación privada o de incógnito. Obviamente es siempre mejor utilizar ese modo que el normal, pero, en cualquier caso, siguiendo estas pautas que hemos comentado y configurando adecuadamente todas y cada una de las opciones que nos ofrecen, podemos conseguir que, una vez ajustado, nuestro navegador sea más seguro y privado que en esos modos predefinidos.