Vivimos rodeados de información. Constantemente estamos “bombardeados” con todo tipo de comunicaciones que nos llegan a través de múltiples canales a nuestros dispositivos informáticos: correos electrónicos, mensajes de texto, notificaciones de aplicaciones, publicidad… Sin olvidar los que nos llegan a través de los canales más tradicionales, como son la televisión, la prensa, la radio o incluso caminando por la calle. 

Uno de los problemas de esta cantidad de datos es que hay personas y organismos que se aprovechan de ello para lanzar mensajes manipulados o deliberadamente falsos. Es lo que se conoce por desinformación. Se define como mensajes que son manipulados intencionalmente al servicio de ciertos fines. También se considera desinformar a omitir ciertos datos y al hecho de ofrecer información parcial o insuficiente.

La clave de la desinformación es precisamente esa intencionalidad, con objetivo de manipular a quien la recibe, y es también lo que la convierte en muy peligrosa. Aunque ahora estemos en la “era de la información” y se haya magnificado, no es un problema nuevo. La desinformación y las noticias falsas existen desde siempre. 

El problema en la actualidad es que la cantidad de información que se recibe es mucho mayor que nunca. Y esta ingente cantidad de información hace que en ocasiones no sepamos (o no tengamos tiempo) para verificar qué es verdad y qué no. 

«La mejor lucha contra la desinformación es la formación y la proactividad. Requiere de un esfuerzo por nuestra parte pero es pequeño en comparación con el precio a pagar por dejar que otros verifiquen la realidad por nosotros»

Comisión para la desinformación en España 

Durante la pandemia de COVID-19, se han ampliado las campañas de ciberataques como ataques de phishing (suplantación de identidad) que usan como cebo mensajes relacionados con el coronavirus. Lo mismo ha ocurrido con las campañas de desinformación.

En este sentido, el debate sobre la desinformación se ha avivado en la opinión pública debido al anuncio en una orden ministerial por parte del Gobierno para desarrollar una Comisión Permanente contra la desinformación, que ha creado polémica y controversia en los propios medios de comunicación, muchos de los cuales lo han considerado un ataque a la libertad de información y de prensa.

La Comisión Europea ha señalado que la norma cumple sus criterios enmarcados dentro de su Plan de Acción, sin embargo las asociaciones de prensa, como la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), siguen dudando de la norma, la cual consideran “poco clara y ambigua”.

El denominado “Procedimiento de actuación contra la desinformación” se ha publicado en el BOE del 5 de noviembre, y se puede consultar íntegro aquí

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¿Cómo reconocer un mensaje o campaña de desinformación?

Independientemente de esta polémica, la mejor lucha contra la desinformación es la formación. Si los usuarios conocemos las características que tienen en común las campañas de desinformación y además verificamos y contrastamos la información, seremos capaces de identificar las campañas de desinformación y otros intentos de manipulación y engaños como son las noticias falsas o los bulos. 

Requiere de un esfuerzo y tiempo por nuestra parte, sí, pero es un pequeño esfuerzo en comparación con el precio a pagar por dejar que otros verifiquen la realidad por nosotros y nos digan qué es verdad y qué no, según su criterio.

Las buenas prácticas para evitar ser víctimas de la desinformación recaen precisamente en la proactividad por nuestra parte. 

Las campañas de desinformación están diseñadas para que nos las creamos y que además ayudemos a difundirlas. Contienen datos sorprendentes, aluden a nuestras emociones, a nuestra irracionalidad, se aprovechan de instintos básicos como el miedo, nos divierten o nos enfadan… En definitiva, nos provocan una emoción que muchas veces es la que impulsa a que las compartamos. 

La desinformación se combate con información, por eso cuando recibamos una noticia, mensaje, vídeo, imagen o audio con un contenido que cumpla esas características, realizar en internet una búsqueda adicional de información y contrastar esos datos será nuestra principal arma. En este sentido, comparar diferentes fuentes será de enorme ayuda.

Internet ha permitido que se difundan las noticias falsas y la desinformación más rápido y más lejos que nunca, pero también es nuestro mejor aliado para detectar precisamente qué información puede ser verdad y cuál no. 

En muchas ocasiones, una rápida búsqueda en internet del mensaje que queremos comprobar nos desvelará si efectivamente es verdad o no. 

Y tenemos la opción también de acudir a organismos oficiales para verificarlo. Por ejemplo en el caso de informaciones relacionadas con el coronavirus y teorías conspiranoicas como por ejemplo la que lo relaciona con el 5G, el sitio web de la Organización Mundial de la Salud cuenta con una página donde desmienten bulos en torno a la COVID-19. Los perfiles sociales de Policía Nacional y Guardia Civil desmienten constantemente publicaciones falsas y bulos. 

En el caso de noticias compartidas a través de redes sociales o servicios de mensajería como WhatsApp o Telegram, es conveniente leer más allá de los titulares, ya que estos, aunque no sean de por sí intencionalmente manipulativos, debido a su propia naturaleza no pueden contener toda la información asociada al tema que están tratando. Leer, aunque sea de forma breve, los principales puntos del cuerpo de la noticia nos ayudará a distinguir bulos o informaciones alteradas.

Desde la Oficina de Seguridad del Internauta se hacen eco periódicamente de las diferentes campañas de noticias falsas y campañas de phishing. Si tenemos constancia de cuáles son los temas que más suelen usarse en este tipo de ataques, podremos identificarlos con más facilidad. 

Pero en cualquier caso, como estos temas van modificándose con el tiempo, ser conscientes de su modus operandi y sobre todo adquirir el hábito de comprobar la información nos permitirá detectarlos aunque sean nuevas campañas. 

Noticias falsas: así funciona la desinformación del siglo XXI

 

Periodista especializada en seguridad informática y tecnología. Cofundadora y directora editorial de Bit Life Media, web dedicada a la actualidad de la tecnología, ciberseguridad e innovación. Presentadora de eventos y ponente especializada en seguridad informática y concienciación. Autora de "Ciberseguridad, consejos para tener vidas digitales más seguras".

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