Nombre y apellidos, dirección postal, número del documento de identidad… ¿Te has parado a pensar alguna vez en cuántas empresas, instituciones, organizaciones… manejan tu información personal? ¿O en cuántas aplicaciones, redes sociales, tiendas online… la has introducido?
Nada de esto parece habernos inquietado en exceso hasta que la pandemia ha entrado en escena, y con ella las aplicaciones o los diversos métodos de rastreo de contactos de positivos por Coronavirus. Pero, como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena, y quizá a partir de ahora seamos más conscientes de los movimientos que realizamos especialmente a través de la red.
Según una encuesta de IBM Policy Lab la preocupación de los españoles por su privacidad alcanza el 60% a raíz de la crisis sanitaria, un porcentaje que no llega al 50% en el caso de los ciudadanos europeos y estadounidenses que han participado en el estudio desarrollado por Morning Consult. Somos, además, los más preocupados por la protección de datos del consumidor a causa del virus en comparación con Italia, Alemania, Francia, Reino Unido e Irlanda, aunque eso sí, dos tercios del total de los encuestados se decanta por apoyar firmemente la adopción de medidas políticas para salvaguardar los datos de los consumidores.
Precisamente a través de la encuesta se ha querido averiguar también la percepción que tenemos en Europa sobre el actual Reglamento General de Protección de Datos (GDPR). En ese sentido es nuestro país, con un 65% de apoyo, el que más confía en la eficacia de este reglamento. No obstante, en general la mayor parte de los ciudadanos que han respondido al cuestionario están a favor de exigirles a las empresas que:
-
Avisen a los consumidores de la información que están recopilando.
-
Informen sobre el nivel de riesgo al pedirles que compartan sus datos.
¿Cómo percibimos la tecnología en materia de protección de datos?
De los encuestados en EE.UU. y en la UE el 66% considera que las tecnologías han ayudado a mejorar su vida durante la Covid-19. Es un hecho que a raíz de la crisis sanitaria hemos permanecido más tiempo en casa, conectados a la red durante más tiempo del habitual, comprando, trabajando o relacionándonos a distancia gracias a internet. Puede que ésta haya sido la razón por la que nos hayamos parado a pensar sobre el tratamiento que reciben nuestros datos personales.
El 77% de los europeos cree que las empresas de tecnología tienen una gran responsabilidad en la protección de los datos de los consumidores, y solo la confiabilidad en ellas se traducirá, por ejemplo, en una mayor participación cuando se propongan soluciones tecnológicas ante problemas de salud pública como el que vivimos en la actualidad. La evidencia de que aún hay trabajo por hacer la tenemos en la escasa aceptación de las aplicaciones puestas en marcha para rastrear casos de Coronavirus.
Hemos conocido el porcentaje de descargas de aplicaciones de este tipo en Irlanda, Alemania, Reino Unido, Portugal, Italia, Austria, España, Bélgica y Francia recogidos en un informe de la compañía Selectra. En nuestro país el porcentaje se queda en el 10%, siendo Irlanda y Alemania con sus Apps Covid Tracker y Corona Warn-App las que logran el récord de descargas, un 26 y un 22% respectivamente.
Se encuentran a la cola Bélgica y Francia, éste último con un irrisorio 3,5% de descargas entre las que no se está, por cierto, la del Primer Ministro Jean Castex. Por lo visto el temor a una fuga de datos personales es la razón por la que la tasa de descarga sea tan pobre… y puede que la desconfianza esté fundamentada. Basta con mirar dentro de nuestras fronteras, ya que RADAR Covid sufrió una brecha de seguridad desde su lanzamiento y hasta su subsanación a principios de octubre. Fuentes de la Secretaría de Estado de Inteligencia Artificial aseguran que “el alcance de esta vulnerabilidad es muy limitado”, y aunque, según dicen, no hay pruebas sobre el aprovechamiento de la brecha se está investigando.
Es por eso que los beneficios de la innovación deberían incorporarse como algo natural en la búsqueda de la seguridad y la confianza del usuario. De esta manera apps desarrolladas con fines de salud pública como el ejemplo citado ganarán en eficacia y serán realmente útiles para la sociedad.