Hace tiempo que la vida privada traspasó las fronteras de la propia unidad familiar o del círculo de amigos para saltar a las redes sociales. Si bien estas herramientas nos han facilitado el estar en contacto con amistades y allegados sea cual sea la ubicación física, seguir a especialistas en temas que nos interesan y compartir curiosidades, el problema viene cuando aquello que publicamos puede vulnerar los derechos de otros o causarles algún tipo de perjuicio… como podría suceder si acostumbramos a subir imágenes de nuestros pequeños.

De cara a la Navidad, fechas de reuniones frecuentes en las que las fotografías pasan de nuestros teléfonos móviles a los perfiles de las redes sociales a una velocidad pasmosa, estaría bien tener en cuenta ciertas informaciones que apelan a la concienciación para proteger la imagen de los menores. Su presencia en redes sociales a través de los perfiles de sus padres y madres se conoce como “sharenting” y no es un acto tan inocente como a priori pensamos. Hay muchos detalles a tener en cuenta y los vamos a ir desgranando en los siguientes epígrafes.

¿A qué riesgos exponemos a nuestros hijos cuando compartimos sus fotos en redes sociales?

Según Raquel Cueto, técnico de Ciberseguridad para Menores de INCIBE, Instituto Nacional de Ciberseguridad, el primer escollo al que nos enfrentamos frente al sharenting es que “se comienza a crear desde los inicios de vida del menor una pérdida de la privacidad que puede ocasionar un deterioro de la reputación o de la imagen del menor, incluso cuando esas imágenes se comparten entre conocidos e iguales”, pudiendo llegar a implicar riesgos físicos y psíquicos así como conflictos legales.

En segundo lugar, afecta a su “huella digital”, es decir, contribuye a alimentar el rastro de información que existe del menor en internet. “Lo que compartimos en círculos familiares o de amigos puede acabar al alcance de desconocidos. Lamentablemente, en ocasiones se utilizan imágenes descontextualizadas en redes de intercambio de contenidos íntimos de menores, lo que denominamos como Contenidos de abuso sexual infantil”, alerta Cueto.

¿Y si compartimos las fotos solo en apps de mensajería instantánea?

Pues ojo, porque esto da para otro análisis. Cierto es que en esas apps contamos con el cifrado en el intercambio de mensajes, pero no perdamos de vista que “se consideran una red social, ya que permiten la socialización entre individuos e incluso sus funciones van siendo cada vez más similares. Pueden producirse suplantaciones de identidad, robos de cuentas, o incluso podemos perder nuestro dispositivo móvil con la información e imágenes que contiene sobre nosotros y nuestros hijos. Por ello, debemos aplicar las medidas preventivas y de seguridad que ofrecen estas aplicaciones”, nos explica Cueto.

Sharenting. ¿Por dónde puedo empezar para proteger a mi hijo?

Según las pautas facilitadas por la técnico de INCIBE deberíamos:

  • Limitar las personas que pueden acceder a nuestros perfiles de redes sociales.
  • Hacer uso de las opciones que permiten restringir el alcance de las publicaciones, eligiendo que dicho contenido se muestre solo a nuestros contactos, a un grupo determinado, etc.
  • Evitar contenidos con más usuarios etiquetados, ya que el alcance de la visualización se amplía a su vez a otros usuarios ajenos a nosotros.

Aún con todo el cuidado del mundo, ten presente que una vez que se comparte un contenido a través de internet se pierde el control del mismo. Tampoco existe la garantía de que alguna persona de nuestra red de contactos pueda copiar, descargar o realizar una captura de pantalla.

Los derechos por encima de todo

“La imagen de cualquier persona, sea adulto o menor, se considera un dato de carácter personal”, apunta la experta. “La actual legislación ampara a los menores protegiendo sus datos, pero la publicación de fotografías de menores de manera ajena no está permitida y es susceptible de ser denunciada por el propio menor una vez cumpla los 14 años”. No apuestes a que no ocurrirá tal cosa porque existen ejemplos, como el de la joven austríaca que acabó demandando a sus padres por colgar fotos suyas en Facebook desde su infancia.

Evitar la pérdida progresiva de la privacidad infantil y los peligros que conlleva está en manos de los adultos, pero esa tarea debe enmarcarse, además, en una estrategia integral sobre el uso de las nuevas tecnologías en los hogares. Raquel Cueto nos facilita una lista de recursos para profundizar en ello, como por ejemplo Internet Segura for Kids (IS4K), con el que INCIBE promueve la sensibilización en aspectos como la mediación parental de los hijos en internet y el sharenting. También incentivan a través de esta institución pública el conocimiento de los principales riesgos en internet y ponen a nuestra disposición el teléfono gratuito 017.

Como ves, no faltan consejos diversos e interesantes a nuestro alcance, aunque para estas fechas te ofrecemos un atajo infalible: disfruta de la Navidad, guarda el móvil y vive el momento. Seguro que tus peques, más tarde o más temprano, te lo agradecerán.

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