Zapatillas inteligentes para deportistas, maletas-robot que te siguen a todas partes, relojes que te avisan del consumo diario de calorías… Estamos rodeados de aparatos destinados a mejorar nuestra calidad de vida y todos tienen un factor común: usan internet para cumplir con la función para la que fueron diseñados.
El número de dispositivos IoT o Internet of Things, como así se les conoce, no ha dejado de crecer año tras año. Algunas previsiones indican que cerraremos 2021 con más de 35.000 millones conectados en el mundo. Para 2025 podrían ser el doble. Forman parte del progreso y de la rapidez con la que la tecnología avanza pero, ¿has pensado en el consumo de ancho de banda que generan? Con millones de aparatos conectados al mismo tiempo no es extraño que la red se colapse o que el tiempo de respuesta sea mayor del esperado. El despliegue del 5G supone un salto cualitativo en ese sentido, pero necesitará un extra de apoyo para ser lo suficientemente eficaz.
Pensemos, por ejemplo, en los recursos que los coches autónomos exigirán para detectar pasos de peatones o semáforos, tráfico denso, un bache en la carretera. La vida de alguien podría peligrar si el procesamiento de datos no se produce ipso facto. ¿Cómo eliminar ese margen de error? Con el desarrollo del Edge Computing.
¿Qué es el Edge Computing y que aportará a esta sociedad hiperconectada?
El Edge Computing o “computación en el borde” consiste en el procesamiento de los datos cerca de las fuentes donde se producen o en la propia fuente. Se trata de crear una arquitectura informática descentralizada, construyendo un sistema que prescindirá de los centros de procesamiento o data center convencionales y sus consabidos retardos. Este cambio traerá consigo ventajas notables:
– Menor consumo de ancho de banda y por tanto menor gasto energético.
– Resultados en tiempo real agilizando el flujo de tráfico de datos.
– Desde el punto de vista empresarial el Edge Computing puede ofrecer nuevas oportunidades de negocio sacándole el máximo partido a los datos generados, mejorar la eficiencia operativa y proporcionar experiencias rápidas y fiables para los clientes.
– Ayudar a la privacidad. Los datos se mantendrán siempre cerca del lugar donde se producen.
Según un informe de IBM, la apuesta por el control de los datos traerá consigo una reducción de costes, se acelerarán los conocimientos y las acciones y se mantendrán las operaciones de forma continua. Y aunque el desarrollo del Edge Computing es muy incipiente aún, se calcula que para 2025 el 50% de los datos de empresa se procesen en el borde frente al 10% actual.
El Edge Computing en nuestro país
Hace unos años nos sorprendíamos al conocer los avances que harían posible la existencia de las casas inteligentes. Alexa, el asistente virtual de Amazon, es uno más en muchos hogares y posee incluso la capacidad de tomar decisiones autónomas basándose en nuestros hábitos. ¿Estamos preparados para que nuestros aparatos sean tan listos?
Las smart cities son otro ejemplo claro de la tendencia imperante, pues la tecnología, la sostenibilidad y la eficiencia energética parecen ir de la mano. La industria se suma al carro y recientemente supimos de una plataforma china basada en el monitoreo fotovoltaico inteligente. ¿Alguien duda del papel esencial que juega internet en todas estas aplicaciones? Evidentemente, adaptar las redes y el procesamiento de datos a las circunstancias se postula como prioridad en un mundo hiperconectado.
La Comisión Europea calcula que harán falta 10.000 nodos de Edge en la UE para 2030. España albergaría 1.000 de ellos, aunque de momento no se ha fijado previsión de inversión en nuestro país. Eso sí, Telefónica ha empezado con proyectos piloto, mientras que Orange y Vodafone aseguran estar haciendo pruebas con Edge Computing y casos de uso de 5G.
Por otra parte, Telefónica Tech y Microsoft se han aliado para ampliar sus servicios en Edge Computing en las redes 5G privadas de sus clientes corporativos. Esto convertirá las empresas con las que trabajen en factorías inteligentes con más garantías de seguridad, puesto que los datos nunca saldrían de las instalaciones de estas organizaciones.
Como vemos, todo está en una fase embrionaria. Algunos expertos consideran que será 2022 el año del despertar del Edge Computing. No olvidemos, además, que su enorme potencial requiere de una red de máxima velocidad, y que en España el despliegue masivo del 5G sigue siendo una quimera en muchos entornos. No obstante, y como suele suceder en el ámbito de la tecnología, antes de que seamos conscientes de lo que supone el Edge Computing se habrá integrado en nuestras vidas.