Nada de lo que China emprende pasa desapercibido para las grandes potencias mundiales. ¿Que se presenta una ley, o un avance tecnológico de considerables dimensiones? Allá van las lupas de Estados Unidos y la Unión Europea tratando de desentrañar aquello que pueda suponer una amenaza para sus intereses. Y si bien en estos momentos el gigante asiático se enfrenta a las consecuencias de la crisis de Evergrande y la escasez de energía, el yuan digital, de incipiente implantación, llega para darle un impulso a su economía. La prohibición de las criptomonedas contribuye, además, al objetivo de blindar la soberanía cibernética del país.
El gobierno chino llevaba alrededor de seis años investigando sobre la digitalización de su moneda. Desde este verano el salto ha sido notable: el renminbi digital, o e-yuan, para que nos entendamos, ya se podía retirar en más de 3.000 cajeros automáticos en Pekín. También se han realizado desde entonces pagos salariales en yuanes digitales. La idea es que para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 el uso de la nueva moneda esté normalizado e incluso los atletas participantes puedan emplearla. En ese sentido, algunos senadores estadounidenses ya se han manifestado en contra por entenderlo como un instrumento de vigilancia.
Ante tal cantidad de noticias relacionadas con el tema, merece la pena arrojar un poco de luz y explicar cuáles son los posibles objetivos que se esconden tras su desarrollo, qué ventajas tiene una moneda digital frente a las criptomonedas o el dinero en efectivo, qué riesgos se barajan y, especialmente, qué oportunidades puede traer consigo a nivel mundial el que China haya abierto la veda. Veamos punto por punto las conclusiones que pueden extraerse de la avalancha informativa.
¿Qué sabemos sobre los objetivos de la puesta en marcha del yuan digital?
Los resumimos en tres, aunque posiblemente haya muchos detrás que de momento se desconocen.
1. Reducir al menos en un 40% el uso de efectivo en la próxima década.
2. Con la menor circulación del dinero en efectivo disminuirán al mismo tiempo los costes de producción, no solo por gasto de papel, sino también por el necesario transporte.
3. Facilitar el comercio y la inversión internacional. Inicialmente su uso será “doméstico”, pero a largo plazo pretende cruzar fronteras de manera rápida, segura y barata.
¿Qué ventajas lleva aparejado su uso?
Las ventajas que se extraen del uso del e-yuan podrían ser aplicables a futuras monedas virtuales de otros países. Se busca, entre otras cosas, que sea sencilla de usar, sin intermediarios. Para ello, será imprescindible instalarse una app en el móvil a modo de billetera virtual asociada a las cuentas bancarias. Por otro lado, lograr que los pagos sean rápidos y baratos son una ventaja atractiva para todos. Actualmente las transferencias internacionales pueden demorarse días y la comisión por la operación suele ser bastante alta.
A diferencia de lo que ocurre con las criptomonedas, el yuan digital tiene un valor estable que equivale al de la moneda física. Además, está apoyado por un banco central, el Banco Popular de China. Mientras desde fuera se observa como un intento del gobierno de controlar los movimientos de sus ciudadanos, desde dentro lo venden como un sistema seguro, capaz de adaptarse ante posibles ciberataques o caídas de los sistemas. Cabe señalar también que a futuro el e-yuan permitiría operaciones entre diferentes sistemas bancarios.
¿Acelerará la implantación del e-yuan el desarrollo de otras monedas virtuales en el mundo?
Todo apunta a que así será. Como cabía esperar, ante la premura de China otros países estudian ventajas y riesgos de crear dinero virtual regulado por los gobiernos y con respaldo en las monedas de cada nación. Por la parte que nos toca, el Banco Central Europeo ha aprobado la emisión del euro digital para complementar al dinero en efectivo, no para sustituirlo. El paso adelante es muy reciente, descartando que entre en funcionamiento antes de 2026.
En el caso de EE.UU. la idea va tomando fuerza. La propia gobernadora de la Reserva Federal ha asegurado que el país no puede prescindir de tener una moneda digital cuando otros sí la tienen. Y es que en El Caribe cuatro naciones ya comparten moneda digital, DCash, impulsada por el Banco Central del Caribe Oriental y basada en Blockchain.
¿Por qué se desconfía de los avances chinos?
Expertos apuntan a que la intención del gobierno chino es monitorear la economía y controlar las transacciones de sus ciudadanos. Al contrario que ocurre con las criptomonedas, el yuan digital carece de anonimato. Más allá de esta sospecha, lo que más preocupa a EE.UU es que la divisa asiática suponga, a largo plazo, una oferta atractiva para otros países y acabe desbancando el privilegiado papel hegemónico que siempre ha tenido el dólar. Desde China lo desmienten y aseguran que la finalidad no es otra que la de facilitar el comercio y la inversión. La amenaza al mercado de las criptomonedas ya es, por otro lado, una realidad. En China están prohibidas alegando que promueven las actividades delictivas, y ya hemos comentado algunas de las ventajas que una moneda digital tiene frente a una criptodivisa.
En otro orden de cosas, hay quienes temen que pueda ponerse fecha de caducidad al e-yuan para incentivar el consumo en ciertas épocas de debilidad económica. Lo que está claro es que la moneda virtual china ha abierto no solo un abanico de posibilidades, sino también numerosos debates, y ha empujado a invertir tiempo y dinero en el desarrollo de métodos de pago similares en otros lugares del mundo. ¿Quién sabrá sacarle mayor rendimiento a esta nueva promesa de la tecnología?