El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer se celebra desde 1999 cada 25 de noviembre. Más de dos décadas después y lejos de desaparecer, esta lacra ha mutado, se ha ido adaptando a los nuevos tiempos y ha tomado de rehenes los recursos que brinda la tecnología, el acceso a internet, la popularización de las redes sociales o el uso generalizado de los teléfonos inteligentes desde edades tempranas.
La capacidad de los acosadores bien podría asemejarse a la de los ciberdelincuentes más avezados, siempre sacando provecho de los cambios de contexto. En el caso de la violencia machista, los escenarios virtuales se entienden como una extensión de situaciones que con frecuencia ya existen en la “vida real”. Así lo manifiestan desde el Instituto Europeo de la Igualdad de Género en un informe sobre la ciberviolencia contra mujeres y niñas. En el documento destacan, por ejemplo, el hecho de que una de cada diez mujeres haya sufrido alguna forma de ciberviolencia desde los 15 años, y adelantan que en el futuro un tercio de las mujeres será objeto de violencia incluyendo las variantes digitales.
Así es la ciberviolencia contra la mujer
Si bien es cierto que los hombres pueden ser destinatarios de insultos o humillaciones a través de la red, en el caso de las mujeres se observa una incidencia superior y más recrudecida. Las caras que pueden adoptar estos ataques son muy variadas, entre ellas:
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el ciberhostigamiento. Consiste en el envío de emails, sms, o la publicación de comentarios ofensivos y material audiovisual íntimo de forma reiterada.
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El ciberacoso, desde el envío de mensajes sexualmente explícitos y no deseados hasta la incitación al odio dirigido hacia una persona.
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La distribución de pornografía no consentida. Procede por lo general de una expareja que busca venganza.
Además de estas tendencias que quizá sean más conocidas, existe una peligrosa tendencia de la cual alertan los expertos en ciberseguridad: el uso de softwares espía o ‘Stalkerware’. La compañía Kaspersky explica que a pesar de ser ilegal en países como España, los casos registrados en el mundo no han parado de crecer. Se trata de un programa que el acosador instala en el móvil de la víctima sin su conocimiento para vigilar todos sus movimientos. Puede espiar conversaciones en plataformas de mensajería y redes sociales, acceder a fotos, vídeos o audios u obtener incluso los datos de geolocalización. Permanece oculto en el teléfono y tampoco llegan notificaciones que hagan sospechar, de modo que detectarlo es complicado pero no imposible. El empleo de esta aplicación se ha observado especialmente en casos de violencia de género.
Medidas de autoprotección frente a la ciberviolencia contra la mujer
En el caso del Stalkerware hay algunas pistas que pueden ayudar detectarlo. Que la batería del teléfono dure mucho menos de lo habitual, o que la posible víctima observe que la pareja conoce información no compartida son claros síntomas. También comentan los expertos la importancia de revisar qué aplicaciones tienen ciertos permisos como el acceso a la geolocalización.
Lo delicado de detectar este software en el teléfono es que no se debería eliminar para evitar poner sobre aviso al acosador. Es mejor acudir a una organización de ayuda para casos de violencia de género o denunciarlo a la policía. Por otro lado, para sortear la instalación de un programa de estas características resulta imprescindible no compartir la contraseña de desbloqueo del dispositivo y desactivar la instalación de software de terceros.
Como decíamos, el uso de esta tecnología ha crecido y la preocupación por erradicarla también. De ahí que haya surgido Coalition Against Stalkerware, integrada por más de cuarenta organizaciones de todo el mundo. Ofrecen formación y recursos de ayuda, apoyan a las víctimas de violencia doméstica, defienden los derechos digitales y promueven la investigación académica. Por otro lado, desde febrero de este año la Unión Europea trabaja en un proyecto para frenar la ciberviolencia y el stalkerware de género que se llama DeStalk. Las campañas de formación y sensibilización están entre sus objetivos.
No debemos olvidar que la ciberviolencia adopta muchas formas y emplea todas las vías a su alcance. Determinados detalles que colgamos en red pueden, por ejemplo, volverse en nuestra contra. Por eso, es importante restringir el alcance de las publicaciones, así como pensárselo dos veces antes de mostrar ciertos contenidos. El doxing está a la orden del día y en este artículo te comentábamos algunas estrategias para atajarlo.
Por último, y en el caso de que el ciberacoso, el ciberhostigamiento o cualquiera de sus variantes hayan hecho acto de presencia en tu vida, este interesante proyecto orientado a las mujeres que se llama “Nosotras en Internet” trabaja para eliminar aquella información publicada que esté vulnerando derechos y ofrecen asesoramiento sobre temas como la privacidad.