Hace tan solo unas semanas que celebrábamos los 22 años del nacimiento de la Wifi. Es cierto que a lo largo de sus más de dos décadas de vida esta conexión inalámbrica ha integrado cambios sustanciales, especialmente en lo que se refiere a la velocidad en la transferencia de datos. Sin embargo, aún quedan flecos sueltos que parece que la tecnología Li-Fi podría llegar a resolver.

Problemas de ciberseguridad o gasto energético de enrutadores, módems o amplificadores de señal, a menudo encendidos 24 horas al día, dejarían de ser un escollo con la puesta en marcha de un sistema inalámbrico basado en la luz. Es lo que se conoce como Li-Fi (Light Fidelity, fidelidad de la luz), un sistema de transmisión de datos mediante luz visible. Darle al interruptor de una bombilla y conectarnos a Internet no es algo impensable o fruto de imaginaciones atrevidas: es ya un gesto sencillo con el que se está experimentando en entornos profesionales.

El término y las potencialidades asociadas al mismo llevan trabajándose desde hace diez años. Sin embargo, es ahora cuando podría vislumbrar su auténtico salto cualitativo. Y todo porque científicos de Caltech (Instituto Tecnológico de California) han desarrollado un material de solo tres átomos de espesor que actuaría de cable de alta velocidad en la transmisión de datos. Si bien ya se vinculaba la tecnología Li-Fi a un notable incremento de la velocidad (hasta 100 veces superior que en el caso de la WiFi, según múltiples estudios), parece que con la ayuda de este material construido a partir de fósforo negro el objetivo está más cerca de alcanzarse.

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¿Dónde están los inconvenientes para que Li-Fi prospere?

Las bombillas LED o la luminaria infrarroja, incluso la energía solar en el futuro, facilitarían la conectividad desde cualquier dispositivo. Tal y como explican aquí, esta tecnología altera la frecuencia de la luz visible a una velocidad imperceptible para el ojo humano, aunque sí para un fotorreceptor conectado. La clave está en que ese fotorreceptor (integrado en tablets, ordenadores, smartphones…) esté colocado en una zona donde llegue la luz.

Ahí es donde radican principalmente los males de esta novedosa tecnología, a pesar de aglutinar una interesante cantidad de ventajas. Por ejemplo:

  • Abaratar la factura de la luz sustituyendo el rúter por una bombilla de bajo consumo… suena bien, ¿no?
  • Velocidad sin interferencias de radiofrecuencia entre dispositivos.
  • Democratizar el acceso a internet en el mundo.
  • Incremento de la ciberseguridad. Si para conectarse se requiere estar en contacto con la luz en cuestión, todos aquellos que no lo estén no podrán acceder a esa red. Al mismo tiempo, las entidades que manejen información sensible enviarán y recibirán datos de forma más segura.
  • La conexión a Internet estará permitida en lugares donde se prohíbe actualmente por la radiación electromagnética.
  • ¿Hablar bajo el agua? ¿Por qué no? Las ondas luminosas llegan más lejos que otras.

No obstante, su talón de Aquiles es uno que posiblemente hayas deducido: si no hay luz no hay conexión. Esto quiere decir que habría que poner bombillas codificadoras en varias estancias de las casas o de las oficinas, en las calles, edificios públicos… Y es que la luz, a diferencia de la WiFi, no atraviesa las paredes. Por suerte los avances y las soluciones se producen con celeridad, y no sería de extrañar que en esta década pudiésemos disponer de Li-Fi incluso en los hogares. Un estudio apunta que el mercado global de Li-Fi alcanzará un valor de alrededor de 36.000 millones de dólares en 2028, y esa fecha está, realmente, a la vuelta de la esquina.

¿En qué sectores tiene posibilidades de triunfar pronto?

Aunque queda mucha faena por delante, existen proyectos piloto donde se está probando la tecnología Li-Fi. El ámbito empresarial, como es lógico, se lleva la palma. Hace dos años, en el Centro Europeo de Empresas e Innovación de Málaga, comenzaba a funcionar la primera sala de España con conexión de Internet a través de la luz. La estación de tren de esta ciudad también se ha convertido en escenario de pruebas.

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Parece que este tipo de tecnología tiene por delante un interesante recorrido en el sector del transporte. Air France es otra muestra de ello, ya que la compañía anunció en 2019 su aplicación en algunas de las aeronaves. El uso del Li-Fi no afectaría a los aparatos de navegación que utilizan ondas de radiofrecuencia, como sí ocurre con la WiFi. De ahí que su desarrollo se mire con tan buenos ojos.

Otro ámbito no menos aprovechable es el de la sanidad. No olvidemos que cada vez son más los aparatos inteligentes que se usan en quirófanos, aparatos que, por otro lado, requieren de conexión a Internet. La rapidez en la respuesta y la ausencia de interferencias electromagnéticas que permite la tecnología Li-Fi juegan a su favor en este servicio esencial. Ya hay estudios en curso para que su puesta en marcha sea lo más pronta posible.

A los hogares de momento no está previsto, pero el tiempo pasa rápido y, quién sabe, quizá pronto podamos recoger opiniones de los primeros usuarios.

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