Lo que a comienzos de primavera se antojaba más bien imposible terminaba en acuerdo unas semanas después: Twitter aceptaba la oferta de compra de Elon Musk por 44.000 millones de dólares. Lo hacía oficialmente el 25 de abril, después de que el conocido empresario adquiriese el 9,2% de las acciones de la compañía veinte días antes. Y cuando ya parecía que, tras varios desencuentros, el culebrón había concluido definitivamente, el proceso de adquisición se ve nuevamente detenido. Musk necesita resolver la pregunta del millón: ¿cuántos bots tiene Twitter?
Ya nos hemos acostumbrado a seguir los últimos movimientos de la operación a través del perfil de Twitter de Elon Musk. Era precisamente el 13 de mayo cuando explicaba en uno de sus tuits que el acuerdo se había paralizado a la espera de saber cuántos perfiles falsos existen en la red social. Él mantiene que el 20% del total. La compañía que menos del 5%. Pero ninguna de las partes ha entrado en detalles de cómo han realizado dichos cálculos.
El propio CEO de Twitter, Parag Agrawal, trataba de arrojar luz con un hilo en dicha red social, explicando entre otras cosas que su equipo elimina medio millón de cuentas de spam a diario. Bloquean también, según Agrawal, millones de perfiles sospechosos de ser spam cada semana. Nada es suficiente para Elon Musk, que quiere pruebas fehacientes de que lo que defienden desde la compañía es verdad. Él, de todas formas, tampoco clarifica de dónde ha obtenido ese 20%. La guerra, nuevamente, está servida.
¿Qué pretende ahora Elon Musk?
Al calor de todas las informaciones publicadas en los últimos días se barajan dos posibilidades:
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Que Musk esté buscando excusas para, finalmente, no comprar. Él mismo ha dicho últimamente que Twitter carece de negocio publicitario sólido, y que los algoritmos manipulan a los usuarios. ¿Realmente quiere corregir estos problemas o sostenerse en ellos para justificar una posible marcha atrás?
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Que Musk esté forzando la máquina para conseguir una rebaja en el precio final. El 16 de mayo en el All-In Summit de Miami dijo que la operación podría fracasar y que negociar un precio más bajo no está fuera de la discusión. La razón es que la oferta se basaría en datos imprecisos.
Con todo en el aire, lo que está claro es que recular no le saldría gratis. El hombre más rico del mundo habría firmado un contrato con una cláusula por la que, de fallar la operación, tendría que pagar 1.000 millones de dólares. Por si esto fuera poco la cotización de Tesla ha bajado cerca del 30% desde abril. A los accionistas no les gusta que Musk ande distraído en otros asuntos.
Por otro lado, si al final se consuma la venta, hay que tener en cuenta que Twitter tiene sus propios talones de Aquiles. Posee una gran capacidad de influencia en el ámbito político y periodístico, pero sus pérdidas son cuantiosas. Tampoco puede presumir de ser la red con más usuarios: está a la cola de una quincena de plataformas. De cualquier forma el riesgo está servido, aunque puede que para alguien como Musk, un puñado de millones de euros carezca de toda importancia. ¿Veremos pronto el desenlace?