El arresto de Pavel Durov, fundador y CEO de Telegram, ha desatado una tormenta mediática y legal en los últimos días. El empresario ruso, de 39 años, fue detenido en el aeropuerto Le Bourget de París el pasado sábado, tras aterrizar en su jet privado procedente de Bakú, Azerbaiyán. La detención, ejecutada por la Gendarmería de Transporte Aéreo de Francia (GTA), se enmarca en una investigación preliminar que relaciona a Telegram con delitos y actividades criminales, entre ellas tráfico de drogas, fraude, delitos contra menores y terrorismo.
Telegram, una de las aplicaciones de mensajería más populares del mundo, cuenta con más de 950 millones de usuarios activos. Fundada en 2013 por Pavel y su hermano Nikolai Durov, la plataforma se destaca por ofrecer comunicaciones cifradas y un fuerte enfoque en la privacidad. Sin embargo, estas características también la han convertido en un espacio donde ciberdelincuentes pueden operar con relativa libertad.
La aplicación, que ha sido utilizada tanto por activistas como por grupos políticos y ciudadanos preocupados por su privacidad, ha recibido críticas por su falta de moderación de contenidos. En los últimos años, Telegram ha sido señalada como una herramienta para la planificación y ejecución de delitos graves, desde tráfico de drogas hasta la distribución de contenido pedocriminal.
Durov, conocido por su postura en defensa de la libertad de expresión y su resistencia a las presiones gubernamentales, ha tenido problemas con varios países. En 2014, abandonó Rusia tras negarse a cumplir con las demandas del Kremlin para cerrar comunidades opositoras en su anterior red social, VKontakte. Desde entonces, ha residido en diferentes países, evitando jurisdicciones con políticas restrictivas hacia su plataforma.
Los cargos en su contra
El arresto de Durov en Francia fue posible gracias a una orden emitida por la Oficina de Lucha contra la Violencia hacia Menores (OFMIN). Esta orden se basa en la presunta complicidad de Telegram en actividades criminales. Según fuentes de la investigación, la plataforma ha permitido la comisión de «un número incalculable de delitos», sin tomar medidas efectivas para moderar los contenidos ni cooperar con las autoridades.
Las acusaciones contra Durov son serias: facilización del tráfico de drogas, promoción del terrorismo, distribución de contenido pedocriminal y blanqueo de dinero, entre otros. Además, su negativa a colaborar con investigaciones anteriores ha aumentado la presión sobre él y su plataforma.
En un comunicado, Telegram defendió sus prácticas, afirmando que cumplen con las regulaciones de la Unión Europea y que el arresto de Durov es injustificado. La compañía también destacó que su fundador no ha estado evadiendo a las autoridades, ya que viaja regularmente por Europa sin esconderse.
El arresto de Durov podría tener consecuencias significativas para Telegram. Si bien la plataforma ha sobrevivido a otros escándalos y controversias en el pasado, esta detención marca un punto de inflexión. Con más de 950 millones de usuarios, Telegram es un gigante en el mundo de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería.
Reacciones internacionales y el papel de Rusia
La detención de Durov ha generado una respuesta inmediata por parte del gobierno ruso. La embajada rusa en París ha expresado su malestar por la falta de cooperación de las autoridades francesas, exigiendo acceso consular a Durov. Moscú ha sugerido que su decisión de abandonar Rusia en 2014 ha complicado su situación actual en el escenario internacional.
El arresto también ha reavivado el debate sobre la libertad digital y la privacidad. Para muchos, Durov es un defensor de la libertad de expresión y la protección de datos personales, un héroe moderno en la lucha contra la censura gubernamental. Sin embargo, sus críticos argumentan que Telegram se ha convertido en un refugio para actividades ilícitas, y que su enfoque en la privacidad ha permitido que florezcan redes criminales
